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domingo, 26 de febrero de 2012

Caballeros templarios (II)


Evolución


A partir del Concilio, sus principales miembros recorren el mundo recaudando fondos y reclutando efectivos para asumir, ahora sí, la Guerra Santa, y la respuesta es generosa. Los caballeros son alineados por parejas, en diadas, como queda reflejado en el escudo de la Orden. Ambos caballeros comían de la misma escudilla.
Necesariamente en la campaña de Oriente, la disciplina hubo de ser feroz, la retirada imposible, la mínima falta duramente castigada, la vida comunitaria emparejada, tanto en armamento como en Padrenuestros. Muerte, sangre y victoria fueron hitos anónimos en los campos de Galilea mientras el "otro" Temple, el que había quedado en Occidente (excepto España, donde también guerreaba), se transformaba en un factor de crecimiento, pacificación y civilización.

En un plano de respeto al conocimiento y creencias monoteistas, los templarios entablaron en Oriente relaciones, entre batalla y batalla, con musulmanes y rabinos a los que invitaron a su base en Francia para discutir y aprender de ellos. Parecen recordar: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas" (Jn:14,2). Las relaciones entre templarios y musulmanes fueron corteses, tal vez de una comprensión casi perfecta, lo cual no evitó que se degollaran con saña si en el campo de batalla; en cierto modo era una señal de respeto, ya que no tomaban prisioneros. Sin embargo, pese a su bravura en combate, fueron proclives e intentaron treguas para ahorrar sangre. Estos hechos merecieron críticas de casi todos (incluso de San Luis), algunas fruto del fundamentalismo religioso de la época, otras producto de la envidia a la grandeza de cuerpo y espíritu, ya que la riqueza del Temple no solo fue material sino también espiritualmente trascendente.
Paralelamente a su enriquecimiento, forjaron y ampararon una legión de artesanos. Desarrollaron el arte gótico (sistema sin precedente que alivió el peso de los muros) y características arquitectónicas muy peculiares en todos sus edificios. Construyeron (en su totalidad o en parte) más de 70 de catedrales en menos de un siglo, que liberadas del románico, se alzan hacia el cielo, en abierto desafío a la ley de gravedad. Protegieron "fraternidades" constructoras (los "Hijos del Maestre Jaques " o los "Hijos de Salomón") las cuales, desprotegidas al caer el Temple, se transformarían en simiente de la francmasonería. Libraron los caminos de ladrones y feudales salteadores con lo que abrieron las rutas al comercio. Difundieron la letra de cambio (ya practicada por venecianos y lombardos) y con sus extensos cultivos alimentaron como nunca a hombres y bestias de Europa. Durante los casi dos siglos de su existencia no hubo hambruna en Europa. Las armaduras de los siglos XIV y XV (desaparecido el Temple) muestran una disminución de la talla respecto a la de los siglos XII y XIII.


Elaboraron una simbología y un código para su comunicación interna, ante la ignorante desesperación de reyes y obispos. La buena administración, la exención de impuestos, los botines de guerra, las continuas donaciones y buenos negocios, dieron como fruto el enriquecimiento de la Orden. Enriquecimiento que volvía al pueblo al mejorar las condiciones de vida para todos. En Términos modernos puede decirse que se convirtió en una "multinacional ética" con deudores prominentes lo que resultaría a la larga peligroso, y decisivo en su desaparición. Más de un Rey de Francia, recurrió al Temple en busca de dinero, entre ellos Felipe IV (el Hermoso), quien sumido en deudas, motines e inflación creyó encontrar la solución incautaando sus bienes. Tuvo como colaborador tardío en la empresa al papa Clemente V.

El Dante (1265-1321, al menos, simpatizante del Temple) lo condena en su canto XIX del Infierno:
“que otro después vendrá hacia poniente,
pastor sin ley, exento de obra buena,
propio a cubrir de entrambos la pendiente".

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