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viernes, 1 de junio de 2012

El gran sitio de Malta (I)

Para esta primera entrada vamos a viajar a Malta, pero no será un viaje en el espacio, sino en el tiempo, ya que hablaremos de uno de los episodios militares más heroicos (y poco reconocidos): el gran asedio turco a la isla de Malta de 1565.


El escenario de los casi cuatro meses de sangrientos ataques, el Gran Puerto de Malta, sigue estando ahí, tan inexpugnable como en aquel año. En la península de Birgu todavía emerge como un coloso de piedra el castillo de San Ángel, el bastión que no pudieron rendir las tropas turcas. Del fuerte de San Miguel, donde se decidió la suerte de los combates, apenas queda rastro. Y todavía las murallas de San Telmo, que los asaltantes consiguieron tomar al precio de 8.000 muertos, parecen rendir homenaje a los caídos.

Uno casi puede imaginar la entrada por la bocana de los 200 navíos otomanos enviados por Solimán el Magnífico, e intuir el griterío de los 45.000 soldados dispuestos a tomar Malta a toda costa (la tropa cristiana se componía de 5.000 caballeros, cerca de un millar de mercenarios y la población civil maltesa, que ayudó en la contienda).

En la defensa de Malta se dejaron la vida muchos españoles (entre los 5.000 miembros de la Orden representaban casi el 10% del total); y la llegada de una flota de auxilio desde Sicilia enviada por Felipe II puso definitivamente en fuga a la Armada Turca.

Aunque hay que reconocer que los verdaderos artífices de tal gesta fueron los que resistieron junto a los caballeros de la Orden, encabezados por Jean de la Vallette, y los esforzados malteses.

Miles de soldados otomanos pretendían conquistar para el Gran Turco la última isla en la que se refugiaban los caballeros cristianos, expulsados años atrás de Rodas y, antes, de Tierra Santa.

De un lado, el Imperio Otomano; una fuerza de casi 50.000 hombres. Del otro, las fuerzas cristianas; con un total de 6.100 soldados de los que tan sólo 500 eran caballeros hospitalarios. Además de las fuerzas principales, el Gran Sitio atrajo hasta Malta a aventureros y voluntarios de todos los signos, destacando los 800 soldados italianos y los 400 españoles en el bando hospitalario, mientras que los corsarios berberiscos destacaban en el otro contingente.

El sultán veía en la conquista de Malta una oportunidad para establecer una base de operaciones desde la que poder saltar a Europa, por lo que reunió para la expedición una flota de 193 naves cargadas hasta los topes de soldados, caballería, cañones y maquinaria de asedio; la importancia estratégica del enclave merecía el esfuerzo. El Gran Turco está hambriento de victorias y cuenta con una abrumadora fuerza a su favor. Mientras tanto, los caballeros hospitalarios comandados por  Jean Parisot de la Valette no están dispuestos a entregar su sede al Islam.

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